De: PRODEMU FM <radioprodemu@gmail.com>
Enviado: viernes, 21 de julio de 2017 08:13 a.m.
Asunto: César Hildebrandt: Perú: Democracia sin partidos
Enviado: viernes, 21 de julio de 2017 08:13 a.m.
Asunto: César Hildebrandt: Perú: Democracia sin partidos
El Apra no ha muerto.
Ya estaba muerta.
La había matado el caquismo, la ideología de la nada, el derechismo ventrudo, los delirios de un loco que se creía sucesor de Haya de la Torre.
Pobre Víctor Raúl. Fue un converso derechista, es cierto, pero no fue un ladrón. El asesino del partido, en cambio, sí que lo es. Ladrón de siete suelas, varios fiscales ad hoc, algunas prescripciones claves, un montón de encubrimientos.
La noticia es que los funerales del Apra han sido públicos. Y el cadáver se lo han disputado, en un congreso sufragado por el alibabismo, los pagados por los Sánchez Paredes, los que, fieles a Caco hasta ahora, han tenido esta vez que denunciarlo y las raleadas "masas" que sirvieron de decorado social. El nuevo hombre formal del Apra -digo formal porque detrás de él está el caquismo invencible- es un plagiario que frecuenta a narcotraficantes. Así termina el partido que fundó en 1924 un hombre que creía en que la historia del Perú podía cambiar.
Pero la noticia ampliada es más apetitosa para los intereses de la Parca: al Apra cadavérica se une un PPC inexistente, un Peruanos por el Kambio desaparecido, una Alianza para el Progreso que nada sería si no fuera por la caja chica de la universidad César Vallejo, un Partido Nacionalista desenmascarado, una izquierda dividida en "las tres mitades de Ino Moxo", una Acción Popular que sonrojaría al pobre Belaunde.
¿Y Fuerza Popular? Bueno, en manos de la señora que heredó a su papá y que hoy quiere mantenerlo encerrado, no sería riguroso decir que Fuerza Popular es un partido. Fuerza Popular es un feudo personal de la señora, una Norcorea acebichada, un cuento chino. Fuerza Popular es una maquinaria electoral eficientísima y un aparato represivo que Kenji Fujimori, que mucho debe saber sobre el asunto, ha descrito como "un tribunal inquisidor". Pero para ser partido le falta doctrina, democracia interna, debate de corrientes, un programa coherente que no sea aquel que se construye en base a encuestas sobre las carencias de cada región. Y le falta lo principal: condenar pública y explícitamente las fechorías de la organización criminal de la que procede. (Seguir leyendo)
Hace 40 años, el 19 de julio de 1977, el Perú vivió la que finalmente sería considerada una de las más trascendentes jornadas del siglo XX: el Paro Nacional convocado por la CGTP y decretado por el Comando Unitario de Lucha, al que se sumaron organizaciones sindicales independientes de las centrales existentes, pero activas en la acción reivindicativa de los trabajadores.
Hoy todos recuerdan el escenario concreto en el que tuvo lugar esta movilización que comprometió a más de un millón de peruanos, y que generó un giro político en el país. Pocos, sin embargo, habrán de situar los hechos en el nivel que les corresponde, como parte de un sugerente periodo de la historia nacional. Veamos:
Desde comienzos del siglo XX se dio en el Perú la lucha por más altos salarios y mejores condiciones de vida para los trabajadores. En el inicio de esta batalla, se sitúa la formación de las primeras organizaciones sindicales, la lucha por la Jornada de las 8 horas, y el Mensaje de José Carlos Mariátegui referido al 1 de Mayo y el Frente Único. En la circunstancia, el deslinde entre la prédica del anarco sindicalismo y el mensaje clasista de Amauta, resultó, sin duda, la piedra angular de una historia rica en trascendentes episodios.
La muerte de Mariátegui, en abril de 1930 y la sucesión de gobiernos fascistas en los años 30, sembró el camino de los trabajadores, de opresión y de miseria. Y dejó una estela de sangre que frustró las expectativas del pueblo. El fin de la dictadura de Odría -1956- abrió paso al dominio de administraciones formalmente democráticas, empeñadas en salvaguardar los privilegios de la clase dominante. Pero como tampoco para "los de arriba" la dicha es plena, asomó en 1968 el Proceso de Velasco.
Entre 1968 y 1975 –como certeramente lo resumiera Héctor Cornejo Chávez un memorable debate en el que hizo papilla a su contrincante de entonces, el hoy santificado Luis Bedoya Reyes- "el Perú vivió 7 años de Revolución sin crisis" en contraste con "los 2 años de crisis sin Revolución", que significó el gobierno de Morales Bermúdez, entre 1975 y 1977. (Seguir leyendo)
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