viernes, 28 de febrero de 2014

MIS MEJORES MAESTROS- Honduras-EDO


>El Jueves 27 de febrero de 2014

MIS MEJORES MAESTROS

Por MELVIN MARTÍNEZ
>>melvinadalid@yahoo.es

Nunca he tenido duda que mis mejores maestros son dos y sólo me enseñaron una cosa: Me enseñaron a amar.

Con su vida me hicieron aprender que el amor es trascendente y tiene muchas formas de
manifestarse.

Cuando escuché por primera en una canción de Silvio Rodríguez: “sólo el amor engendra la
maravilla”, creí que mis mejores maestros le habían dictado ese poema y pensé
también que el trovador cubano había sido su alumno en algún tiempo.

>>La lección en
que más insistieron, hasta que estuvieron seguros que la había aprendido, es
aquella que parte de la afirmación bíblica, que más impactó en mi vida: Amarás
a tu prójimo como a ti mismo.

>>Yo recuerdo bien
clarito cuando ellos, mi mejor maestro y mi mejor maestra, se mostraban
solidarios con la gente que tenía necesidad. Compartían su pobreza. Sí, su
pobreza, porque su sueldo era muy bajo. Eso fue a partir de la navidad de 1963.

>>Yo estaba bien
pequeño cuando supe por ellos que el amor no era sólo la relación sexual como
lo inducían en la radio y la televisión y en las fotonovelas. En este tema la
lucha de ellos fue grande. En esos días y hasta hoy, el concepto de amor que
promueve la sociedad consumista es un amor falso, comercial, el amor a las
cosas, al dinero.  El amor reducido a comprar
y regalar cosas, el  amor sexo.

>>No fue fácil
para mi mejor maestro y mi mejor maestra enseñarme que el amor es uno sólo, esa
disposición de entrega, hasta el sacrificio por el otro, por la otra, por los
demás, por los que nos necesitan, por aquellos a los que nos disponemos a
servir.

>>Cuando se me
metía el demonio capitalista del egoísmo; con su testimonio, mis mejores
maestros, me enseñaban a compartir, como la viuda del evangelio. Me decían que
había que ser servidores de los demás como un tal Jesús: “El que quiera ser el
primero que se haga el último el servidor de todos”. No lo olvido.

>>Me llevaban a
unas clases de reforzamiento que se llaman misas y conocí unos curas y unas
monjas, sencillos, extraordinarios Angel Castro, German Calix, Tito Mendez,
Chema Tojeira, Francisco Lapierre, Juan Dumont, Mauricio Cussin, Sor Luz, Sor
Crucita, Sor Amabilis, Sor Deodora, Sor Margarita, Sor Benedicta,  Sor Nelli, Sor María Pio.

>>Aprendí con mis
mejores maestros que para dar clase no se necesita aula, ni ministro y que ser
maestro es mucho más que dictar una clase.

>>También aprendí
con ellos a ponerme loquito por el amor de una mujer. Afirmé para mi vida que la
más común de las manifestaciones del amor: el amor de un hombre para una mujer
o de una mujer para un hombre, el amor de pareja, debe estar regido por la
entrega y el sacrificio.

>>Lo que mejor me
enseñaron mi mejor maestro y mi mejor maestra fue el amor a los hijos e hijas,
esos que nos hacen llorar, que nos hacen palpitar más rápido el corazón desde
el minuto en que nos damos cuenta que los hemos engendrado o concebido. Ese
amor que nos hace capaces de todo: volvernos los más tiernos del mundo, o
convertirnos en fieras incontrolables. Ese amor a los hijos, inexplicable, que
se siente en el alma. Ese amor a los hijos infinito, incalculable,
indestructible.

>>Las lecciones de
mis mejores maestros son infinitas: El amor a la familia, a los hermanos de
carne y putativos, el amor a los amigos: No hay amor más grande que dar la vida
por los amigos, dice la palabra.

>>No olvidaron la
lección del amor a la patria, ese pedazo de tierra que nos vio nacer y que nos
provoca ese sentimiento que nos enorgullece aunque sea la nuestra la gobernada
por los más corruptos del mundo, o el país más inseguro del planeta.

>>Tuvieron bien
presente enseñarnos el amor a la naturaleza, a este planeta, nuestra casa, que hay que proteger.

>>Sus lecciones se
resumen en una: el amor a Dios, “Amarás al señor tu Dios sobre todas las
cosas”. Amor a Dios, ese Dios que nos dio la vida, ese a quien debemos servir a
través de nuestros hermanos:

>>Hoy celebro los
recientes 51 años de matrimonio de mi mejor maestro con mi mejor maestra. Los
75 años de mi mejor maestra: Mi madre y los 73 de mi mejor maestro: Mi padre, cantando
una de sus lecciones:

>>Amar es
entregarse olvidándose de si,
>>buscando lo que
al otro puede hacer feliz.

>>Hasta la victoria siempre.

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